martes, 28 de octubre de 2008

segunda parte: la dorada manzana del eterno deseo

elogio de la amistad
volvimos al parque. una vez más observamos las parejas de chicas sentadas en los bancos; incluso había casos en los que alguna de las muchachas era guapa; pero nunca era guapa también su vecina.
- esto responde a una especie de curioso principio-le dije a martin-, la mujer fea espera lograr algo del esplendor de su amiga más guapa; la amiga guapa, a su vez, espera reflejarse con mayor esplendor si la fea le sirve de telón de fondo: de ahí se desprende que nuestra amistad se vea sometida a continuas pruebas. y yo aprecio precisamente que nunca dejemos la elección al desarrollo de los acontecimientoso, incluso, a la competición mutua; entre nosotros la elección siempre es cosa de amabilidad; nos ofrecemos a la chica más bonita como dos señores pasados de moda que nunca pueden entrat a un sitio por la misma puerta porque no están dispuestos a admitir que uno de ellos entre primero.
- sí-dijo martin emocionado-. eres un amigo estupendo. ven, vamos a sentarnos un rato, me duelen los pies.
así que nos sentamos agradablemente reclinados, con la cara expuesta a los rayos del sol, dejando que el mundo diese vueltas alrededor de nosotros sin prestarle atención.

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