sábado, 8 de noviembre de 2008

quinta parte: que los muertos viejos dejen sitio a los muertos jóvenes

y fue entonces cuando se le ocurrió plantearse cuál había sido el balance de este aspecto suyo (el pelo) que desaparecía, cuáles habían sido realmente las vivencias y satisfacciones que había tenido aquel aspecto, y se quedó paralizado al darse cuenta de que había disfrutado bastante poco; al pensar aquello sintió que se ruborizaba; sí, le daba verguenza: porque vivir en este mundo tanto tiempo y que a uno le pasen tan pocas cosas es vergonzoso.

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