miércoles, 16 de diciembre de 2009
medellín
"Aquí te regalo esta belleza —me dijo José Antonio cuando me presentó a Alexis—, que ya lleva como diez muertos". Alexis se rió y yo también y por supuesto no le creí, o mejor dicho sí. Después le dijo al muchacho: "Vaya lleve a éste a conocer el cuarto de las mariposas". "Éste" era yo, y "el cuarto de las mariposas" un cuartico al fondo del apartamento que si me permiten se lo describo de paso, de prisa, camino al cuarto, sin recargamientos balzacianos: recargado como Balzac nunca soñó, de muebles y relojes viejos; relojes, relojes y relojes viejos y requete viejos, de muro, de mesa, por decenas, por gruesas, detenidos todos a distintas horas burlándose de la eternidad, negando el tiempo.
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